Center on the Social and Emotional Foundations for Early Learning

Hoja 4.3: Estrategias de liderazgo

Prácticas recomendadas: La conexión del desarrollo social y el comportamiento con la preparación para la escuela

Dra. Barbara J. Smith – Universidad de Colorado en Denver y Health Sciences Center

“A partir de la investigación de las últimas dos décadas, queda aclarado que el ajuste emocional y el comportamiento de los niños son importantes para sus probabilidades de lograr el éxito durante los primeros años de la escuela.” (Raver, 2002)

Cada vez más evidencia demuestra que los niños pequeños que manifiestan un comportamiento difícil, tienen más probabilidad de experimentar el rechazo rápido y persistente de los compañeros, más roces con los maestros que tienden hacia el castigo, patrones de interacción familiar que son poco agradables para todos los participantes, y el fracaso escolar (Center for Evidence-Based Practice: Young Children with Challenging Behavior, 2003). A la inversa, los niños con un buen ajuste emocional tienen mayores probabilidades de lograr el éxito escolar (Raver, 2002). La aptitud social y el buen comportamiento en niños pequeños representa un factor de predicción mayor para su logro académico en el primer grado, que sus habilidades cognitivas y situaciones familiares (Raver y Knitzer, 2002).

La ciencia ha establecido un enlace convincente entre el desarrollo social-emocional, el comportamiento y el éxito escolar (Raver, 2002; Zins, Bloodworth, Weissberg y Walberg, 2004). En realidad, varios estudios longitudinales sugieren que la conexión puede ser causal… el logro académico durante los primeros años de la escuela primaria parece cimentarse en las habilidades emocionales y sociales de los niños (Raver, 2002). Los niños pequeños no podrán aprender a leer si tienen problemas que los distraen de las actividades instructivas, problemas para seguir instrucciones, problemas de llevarse bien con otros y controlar los sentimientos negativos, o problemas que interfieran con las relaciones con los compañeros, los maestros o sus padres. “El aprender es un proceso social” (Zins et al., 2004).

El National Education Goals Panel (1996) reconoció que un niño pequeño deberá estar preparado para aprender, es decir, deberá poseer las aptitudes que son prerrequisitos para el aprendizaje a fin de satisfacer las normas de visión y de responsabilidad para el logro académico y el éxito escolar. La preparación para la escuela incluye las habilidades pro-sociales que son esenciales para el éxito escolar. La investigación ha demostrado la conexión entre la aptitud social y los resultados intelectuales positivos, así como la conexión entre la conducta antisocial y el rendimiento académico reducido (Zins et al., 2004). Se ha demostrado que los programas que se enfocan en la aptitud social mejoran los resultados relacionados con el abandono escolar y la asistencia, la retención de grados y las referencias a servicios de educación especial. También producen mejoras en las notas de cursos y de exámenes, así como en las habilidades de lectura, matemática y escritura (Zins et al., 2004).

Las aptitudes sociales que se han señalado como esenciales para el éxito académico incluyen:

  • llevarse bien con otras personas (padres y madres, maestros y compañeros),
  • seguir instrucciones,
  • identificar y regular los propios sentimientos y comportamientos.
  • idear soluciones apropiadas para conflictos,
  • persistir en las tareas,
  • participar en conversaciones sociales y juegos cooperativos,
  • interpretar correctamente la conducta y los sentimientos ajenos,
  • sentirse bien consigo mismos y con otros.

Sin embargo, muchos niños entran al kindergarten y al primer grado sin las aptitudes sociales y emocionales ni el comportamiento necesarios para aprender y lograr el éxito en la escuela. En cierta encuesta a más de 3.000 maestros de kindergarten, el 30% afirmó que al menos la mitad de los niños de sus clases carecían de habilidades académicas y experimentaban dificultades a la hora de seguir instrucciones y trabajar en un grupo; y el 20% informó que al menos la mitad de la clase tenía problemas de aptitud social (Rimm-Kaufman, Pianta y Cox, 2000).

Según indica la investigación, los niños que manifiestan comportamientos perturbadores durante las clases reciben menos respuestas positivas de los maestros, pasan menos tiempo realizando tareas y reciben menos instrucción. Pierden oportunidades de aprender de sus compañeros de clase durante actividades de aprendizaje grupal y reciben menos palabras de ánimo de sus compañeros. Finalmente, los niños que no les caen bien a sus maestros y compañeros llegan a disgustarse con la escuela y eventualmente tienen tasas menores de asistencia escolar (Raver, 2002).

¿Qué podemos hacer para mejorar la preparación para la escuela entre los niños pequeños?

  • Políticas – las políticas federales y estatales necesitan reflejar la importancia de estas habilidades fundamentales al quitar obstáculos y ofrecer incentivos y recursos a comunidades y programas para: (1) mejorar la calidad general de los programas de cuidado; (2) apoyar a familias de modo que puedan fomentar las relaciones positivas y la competencia social en sus bebés e hijos pequeños; (3) prevenir el comportamiento problemático al tratar factores sociales y emocionales que exponen a los niños al riesgo de experimentar un comportamiento difícil; y (4) ofrecer servicios e intervenciones eficaces, destinados a tratar problemas social-emocionales y comportamientos difíciles cuando estos ocurran.
  • La conciencia pública – Los gobiernos federal, estatales y locales y agencias comunitarias necesitan aumentar la visibilidad de la importancia de la aptitud social para el éxito escolar.
  • Conocimientos y habilidades – Los profesionales del cuidado y educación de niños pequeños necesitan capacitación, y asistencia técnica en su lugar de trabajo, sobre prácticas basadas en evidencia y destinadas a: (1) fomentar la aptitud social (por ej., identificar y regular los sentimientos, jugar de manera cooperativa, seguir instrucciones, llevarse bien con otros, persistir con las tareas, resolver problemas, etc.); (2) prevenir el comportamiento problemático (mediante los arreglos del salón de clases, la individualización de las actividades a los intereses y capacidades de los niños, etc.); y (3) utilizar estrategias eficaces de intervención cuando son necesarias (por ej., el apoyo del comportamiento positivo, estrategias con compañeros mediadores, etc.) (Fox et al., 2003). Los profesionales del cuidado de niños pequeños necesitan saber cómo integrar la instrucción social-emocional a la alfabetización, al lenguaje y a otras materias del currículo. Los profesionales necesitan saber cómo aportar información a los padres y madres, así como formas de apoyarlos en las prácticas de crianza de los hijos que impidan los problemas y surtan efecto al tratar el comportamiento difícil.
  • Investigación – Se necesitan estudios sobre estrategias específicas de fomento, prevención e intervención para establecer sus probabilidades de surtir efecto con grupos específicos de niños en ciertas situaciones específicas. También se necesita investigación sobre las políticas y las características de programas que resultan en servicios más exitosos para niños y familias en relación con el desarrollo social.

“La aptitud social y emocional y el comportamiento de niños pequeños es un factor importante de predicción para su logro académico durante los primeros años de la escuela primaria.” (Zero to Three, 2003)

Se anima la reproducción de este documento.

Referencias

Center for Evidence-Based Practice: Young Children with Challenging Behavior (2003). Facts about young children with challenging behaviors. www.challengingbehavior.org

Division for Early Childhood (DEC) Position statement on interventions for challenging behavior. www.dec-sped.org

Fox, L., Dunlap, G., Hemmeter, M.L., Joseph, G., & Strain, P. (2003). The teaching pyramid: A model for supporting social competence and preventing challenging behavior in young children. Young Children, 58(4), 48-52.

National Education Goals Panel (l996). The national education goals report: Building a nation of learners. Washington DC: US Government Printing Office.

Raver, C., & Knitzer, J. (2002). Ready to enter: What research tells policymakers about strategies to promote social and emotional school readiness among three- and four-year old children. New York, NY: National Center for Children in Poverty. nccp@columbia.edu

Raver, C. (2002). Emotions matter: Making the case for the role of young children’s emotional development for early school readiness. Social Policy Report of the Society for Research in Child Development, 16(3), 1-20.

Smith, B., & Fox, L. (2002). Systems of service delivery: A synthesis of evidence relevant to young children at risk for or who have challenging behavior. Center for Evidence- Based Practice: Young Children with Challenging Behavior. www.challengingbehavior.org

ZERO TO THREE (2003). Assuring school readiness by promoting healthy social and emotional development. Washington, DC: ZERO TO THREE Policy Center.

Zins, J., Bloodworth, M., Weissberg, R., & Walberg, H. (2004). The scientifi c base linking social and emotional learning to school success. In J. Zins, R. Weissberg, M. Wang, & H. J. Walberg (Eds.), Building academic success on social and emotional learning: What does the research say? (pp. 1-22). New York: Teachers Press, Columbia University.

En Internet

 

 

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